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Allí estaban los cuatro delante del estrado.
A un lado, con porte majestuoso, como corresponde a su estirpe...
Altos, distinguidos, con cierto aire distante... Claro, pensando de dónde vienen...
Trajes suntuosos, brillantes, mezclados con joyas de todo tipo...
En la cabeza, turbante, corona y todos los atributos que requiere su dignidad.
Al otro lado, un señor, regordete, de mofletes prominentes y sonrosados.
Barba blanca, bigotes y pelo blanco, muy blanco...
Su vestimenta, de un rojo chillón, ribeteado de piel blanca y cinturón ancho....
Gorro rojo también
En medio, un juez, con su toga negra y sus puñetas blancas.
Su cara denota cansancio, lógico, después de tantas horas de debate.
-Señores letrados, vayan concluyendo sus alegaciones, por favor... dice mientras dá unos golpecitos con el mazo , pidiendo a la vez que las personas que están en la sala, guarden silencio.
Otra vez, se oyen los golpes con más fuerza...
-Señores, orden... o mando desalojar la sala.
Las voces se calmaron.
El juez, mira por encima de las gafas, que hacen equilibrios para no acabar deslizándose por la nariz.
Delante de él, tenía un montón de niños y niñas, ocupando los bancos de la sala 5ª del
Tribunal Supremo de Ordenanzas de Fiestas de Navidad.
Niñas y niños de todas las edades, con pitos, banderines, bocinas, panderetas, zambombas, carracas y toda clase de artilugios sonoros y coloristas, coreaban un estribillo que decía:
-QUE EMPIECE YA,
-QUE EL PÚBLICO SE VA
-LA GENTE SE MAREA,
-EL PÚBLICO, SE MEA...
Una y otra vez, mientras saltaban, daban golpes con los pies en el suelo, a la vez que hacían toda clase de ruidos con sus instrumentos festivos.
Las venas abultadas de sus cuellos, daban fe de que chillaban todo lo que podían....
El juez, sudoroso, maldecía la ley aprobada unos días antes, que decía que no se podía jubilar hasta los sesenta y siete años, lo que le obligaba cambiar sus proyectadas vacaciones perpetuas y en cambio...estar allí trabajando...
-¡Maldición!!!! que esto me esté sucediendo a mí que siempre he hecho gala de aplomo, mesura y compostura en mis salas de juicios...
Nuevo mazazo en la mesa:
-¡ORDEN! es el último aviso, o mando desalojar la sala...
-Señores letrados, procedan a sus alegatos finales...
-Con la venia,
- He de decir en favor de los Reyes Magos, que su figura y, por lo tanto, su tradición se remonta a 2o10 años atrás.
-He de decir, que desde el mismo momento que nació Jesús en Belén, salieron de sus reinados lejanos, guiados por la Estrella de Oriente, para adorarlo y llevarle oro, incienso y mirra...
-Protesto, Señoría, ¡protesto!
-Eso es una tradición, un cuento...
-No hay documento que así lo pruebe.
-Ni que fueran tres, ni reyes, ni que viajaran juntos...
-Como mucho, solo eran magos... Eso haciendo una concesión muy grande por mi parte...
Nueva algarabía en el graderío.
Vuelven a sonar los pitos, las panderetas y demás objetos sonoros...acompañados de golpes en el suelo, de acompasados pateos.
Una vez más, el Sr. Juez, tiene que hacer acopio de todo aplomo y paciencia, que en verdad ya son escasos.
-Señores letrados, por favor, guarden sus turnos...
-Señoras, señores, Ilustrísima Señoría:
-
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-Mi cliente, aquí presente,
-Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás, como se le conoce universalmente, es el legendario personaje que según la cultura occidental, trae regalos a los niños por Navidad.
Es un personaje inspirado en un obispo cristiano de origen griego, llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV, en Anatolia, en los Valles de Licia, actual Turquía.
Era una de las personas más veneradas en la Edad Media, de la cual se conservan las reliquias en la Basílica de San Nicolás, Bari-Italia.
-Así que, pido le sea otorgada la Licencia Única para dejar regalos en todos los hogares de los niños en las Navid.... perdón, Navid...
Pero no se oían ya sus palabras finales.
Nuevamente el nutrido grupo de público infantil asistente, retomaba el griterío, acompañado de música, golpes y toda clase de ruidos imaginables.
Pero lejos de que eso fuera motivo de enfado por parte del público, al contrario que le pasaba al Ilustre Juez, la cara de los niños era de alegría, de fiesta, de risas y buen humor.
Algo allí no encajaba...
El Sr. Juez, que hacía muchísimos años dirimía disputas y trataba de impartir justicia, según las leyes establecidas, nunca se había visto en una situación semejante.
Dos partes enfrentadas, por el reparto de bienes, en forma de juguetes a los niños del mundo, que asistían como público, pero que no tomaban parte por ninguna de las partes litigantes...
Nuevamente la maza, con sus golpes secos, puso un poco de orden en aquel desconcierto.
Una mano se alzó de entre toda aquella chiquillería y una vocecita le acompañó:
-Sr. Juez.
-Si me permite su Señoría, hablaré en nombre de todos los asistentes.
Un silencio casi reverencial se hizo en la sala.
Era un niño de unos siete años.
De pelo rojizo, revuelto en graciosos rizos, cara pecosa y arreboladas mejillas, se levantó para decir:
-Señoría...
-A nosotros, los niños del mundo, todas estas luchas de poder, de notoriedad, de querer mandar y ser protagonistas, nos dan exactamente igual.
-En la Noche Buena, nos hace mucha ilusión, dejar al lado del árbol de Navidad, que hemos decorado con tanta ilusión, un platito con galletas para Papá Noel y leche para sus renos, pues sabemos que hacen un largo viaje desde el Polo Norte, para traer alegria e ilusión a todos los niños.
-Lo mismo pasa la Noche de Reyes, que junto al Portal, que con tantas figuritas hemos
montado, con sus ovejitas, pastores, su río de papel de plata y la estrella...
-También dejamos galletas y leche fresquita, para sus Majestades los Reyes Magos, y sus camellos, pues vienen de muy lejos, de Oriente.
-Y también nos dejan regalos.
-Y a todos les escribimos cartas, y les contamos lo bien que nos hemos portado y los regalos que queremos...
-Y también les pedimos que lleven regalos a todos los niños del mundo, en todos los rincones de la tierra...y que hagan que se curen los que están malitos....
-Y que todos los niños de todos los lugares del mundo sean felices y rían mucho....
Un estruendo de palmas, una ovación en toda regla, apoyaba las palabras de Marcos, que así se llamaba el niño...
-El Sr. Juez, que de un manotazo, tuvo que apartar una lagrimita que pugnaba por salir de sus ojos, para que no se notara su emoción, le preguntó:
-Entonces, señor portavoz de los niños del mundo, ¿cual es su petición?
-Pido, Señoría que tanto Papá Noel, o como quieran llamarle los niños, como los Reyes Magos, puedan ser nombrados conjunta e indistintamente, PORTADORES DE ALEGRÍA DE TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO.
Un silencio completo, intenso, donde solo se oían el latir de todos los corazones de los niños asistentes se hizo en la sala...
El juez se levantó.
Se arregló los pliegues de la toga, puso en su sitio las gafas, que a este punto, ya estaban haciendo equilibrios malabares en la misma punta de la nariz...
Miró a todas las partes.
Las litigantes, con sus respectivos representantes legales, al público asistente... y con un ligero movimiento de cabeza a todos, asestó un rotundo golpe con el mazo en la mesa.
-¡¡¡¡CONCEDIDO!!!!
-ASÍ SEA.
Una alegría contenida se desató en la sala.
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Aplausos, silbidos, globos de colores, abrazos... lágrimas de alegría.
Nunca un veredicto había sido tan vitoreado y aplaudido.
Hasta Papa Noel y los Reyes Magos, se fundían en un abrazo, prometiendo unir todos sus esfuerzos en repartir alegría y felicidad por todo el mundo....
Luna